lunes, 4 de noviembre de 2013

Frágil II

A veces te extraño. Te estaño demasiado en estas noches en que  las voces comienzan a susurrar todo de nuevo. Extraño que tomes mi mano y que me hagas olvidar. Extraño que solo tú recuerdes todas las risas y los gritos que dimos. Extraño que estés tan cerca, como antes ¿recuerdas? Extraño siempre nuestra dependencia, tu cuerpo siempre frío en mi boca; tu cuerpo diminuto haciendo que concilie el sueño. Extraño dormir. Extraño que durmamos sin soñar, como cuando los 3 días parecían 2 horas. 

Te extraño en estas noches en que desearía estar a solar contigo en mi cama mientras me revuelco del dolor que tengo en el pecho, mientras te interrogo y que tu pelo blanco jamás me responda algo que me sirva. Extraño nuestras charlas, porque alucinar contigo siempre fue mejor que mis lágrimas solas.


Te extraño, porque cuando me ofusco solo has sido tú quien me ha podido controlar... porque cuando me ofusco solo has sido tú quien me ha calmado. Es que solo tú podías entender todo esto que dolía y darle nombres, encontrar culpables y terminar en mi espalda haciendo las cicatrices para mis culpas.


Te extraño, te extraño demasiado cuando en noches como estas me desespero y el perro que heredé intenta salir por mi piel.