No me dejes de sonreir.
Que tus manos sigan empujando mi espalda,
que tus labios tibios sigan respirando en mi nuca.
Ilumina los senderos que mi sangre conoce de memoria
y que sus manos frías ahuyenten los males que el tiempo susurra.
Quédate conmigo.
Quédate en la piel que haces marchita, quédate en los cantos
y nuestros brazos intentando tocarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario