viernes, 22 de marzo de 2013

Ángeles

Lo siento. De verdad lamento no haberme atrevido a darte un beso frente a los niños. Lamento no haberlo dejado para caminar contigo entre los árboles del verano que nos quedaba. Disculpa por el egoísmo, por el yo, por el ego que te hirió... ¡es que la adolescencia! Es que era lo sufientemente cobarde para tomarte solo a la sombra de la alameda. Y recuerdo la medalla para que se te alejara la gente malvada como yo y los besos que me dio miedo seguir dándote cerca del cuello. Tal vez debí bajar, esperar que suspiraras más, pedirte que siguieras... Y recuerdo el frio de nuestra noche, el pasto incómodo, la tierra, tu historia con él y yo diciéndote lo linda que eras... y recuerdo que fue la segunda vez que me dio vergüenza el que alguien me dijera "linda". ¿Te acuerdas? ...Y yo muriendo por que me dieras el último beso de la noche. Sí, lo sé, no te supero, lo sabes, lo sé, hace unos 3 años; lo sabemos. Esto de haberte encontrado en otro verano y no ser capaz de inventar un diálogo, un anécdota, solo, solo, solo desearte en silencio, a mi lado, esperando que sea todo como antes. Lo siento, porque de verdad me di cuenta tarde que te quería, que nos quería juntas como en tus fantasías y mis risas. Porque esperaba que me dijeras algo, una indirecta, que recordaras algo que nos pasó y yo hubiera deja el cabello tojo y la cerveza barata para estar en tus ojos claros por la semana que me quedaba. Lo siento, por las lágrimas que alguna vez derramaste, por las veces que me extrañaste, porqeu yo también te extrañé, nuestras risas, tu alegría, tus besos, tú, completa, provocadora, con tu risa de niña y tus historias de amante.


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